sábado, 3 de marzo de 2012

VARGAS LLOSA: DE ESTOCOLMO A PIURA


Por: Miguel Godos Curay

Lo dice el propio escritor. Para Mario Vargas Llosa Piura tiene una sobrecogedora presencia en su vida. Algo así como si la ciudad, el paisaje alucinado, sus personajes se le hubiesen metido en lo más profundo de su alma. Vargas Llosa vivió en Piura entre 18 a 22 meses de su vida, pero fueron suficientes para dejar huella en su inspiración, en el recuerdo y la añoranza. En Estocolmo al recibir en Premio Nobel recordó este jalón de la tierra. “Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban “el pie ajeno” –lindo y triste apelativo–, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebes al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mí”.

En 1946, su abuelo don Pedro Llosa era Prefecto de Piura. Mario vino directamente desde Cochabamba (Bolivia), donde radicaba la familia, a Piura para estudiar la primaria en el Colegio Salesiano. El primer gran descubrimiento fue que sus compañeros de clase eran mayores que él. Y que entre las alucinadas prácticas estaba el observar el curso del río y el desplome de los mitos infantiles respecto al origen de la vida. En palabrotas los buenos estudiantes piuranos eran expertos. Aquí estableció vínculos con muchos piuranos como Javier Silva Ruete, los Artadi, los Checa entre otros.

Posteriormente retornó en 1952 para culminar la secundaria. Después de la salida del Colegio Militar Leoncio Prado. Piura fue una ocasión para el reencuentro con viejos y entrañables amigos. Fue matriculado en el Colegio San Miguel aquí disfrutó de la generosa amistad del profesor Carlos Robles Rázuri. Con la experiencia periodística adquirida en La Crónica incursionó en La Industria. Escribe noticias a vuelapluma, pule entrevistas y redacta columnas sabrosas a las que titula “Buenos Días” y “Campanario” con notas de actualidad. Es un año fructífero y fecundo en donde también como recuerda Jorge Moscol Urbina logra estrenar el 17 de julio de 1952 en el desaparecido Teatro Variedades “La Huida del Inca” obra teatral inspirada en un drama indígena.

En las aulas de San Miguel a consecuencia de las protestas estudiantiles contra el Director Marroquín surge “Los Jefes” relato en donde fluye la fresca impronta del estilo periodístico. Fue en Piura en donde también en un cine recién inaugurado cerca de la Plaza de Armas donde tuvo la primera impresión de Madame Bovary de Flaubert puesta en escena por Jennifer Jones en el papel de Emma y Rodolfo caracterizado por Louis Jordan. Todo esto es Piura en Vargas Llosa. Un hato de recuerdos, una experiencia humana intensa en donde como señala el crítico mexicano Tanius Karm
“...Piura facilitó al joven Mario la oportunidad de consolidar la naciente vocación literaria”.

Según MVLL Piura fue acogedora. “Los baños en la piscina del Club Grau, los esfuerzos para entrar a las películas para mayores en el Variedades y el Municipal y las expediciones, que nos llenaban de excitación y de malicia, a aguaitar desde las sombras aquella “Casa Verde”, erigida en los descampados que separaban Castilla de Catacaos, sobre la que circulaban mitos pecaminosos. La palabra puta me llenaba de horror y fascinación. Ir a apostarme en los parajes vecinos a aquella construcción, para ver a las mujeres malas que allí vivían y a sus nocturnos visitantes, era una tentación irresistible, a sabiendas que cometería pecado mortal y que tendría luego que ir a confesarlo.” Este cúmulo de vivencias nutrió la inspiración del escritor que hoy emprende el peregrinaje de retorno a las raíces.
Foto: Miguel Godos, MVLL y Mónica Zapata

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